El Gobierno refuerza la división de roles para evitar tensiones en tiempos de crisis y en la antesala del calendario electoral.

Con un inicio de año complicado y el cronograma electoral acercándose, Karina Milei concentra sus esfuerzos en la estrategia electoral, mientras que Santiago Caputo actúa bajo demanda en la gestión diaria, manteniéndose al margen de las negociaciones políticas de alto perfil. El papel de Guillermo Francos y la creciente influencia de los Menem también cobran protagonismo.

Política23/03/2025Atlántica NoticiasAtlántica Noticias

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En las últimas semanas, la administración decidió acentuar la delimitación de responsabilidades. Frente a la cercanía de las elecciones, los escándalos vinculados al caso $LIBRA, los recientes fallos adversos en la Corte Suprema, los debates legislativos y una serie de errores no forzados, la conducción libertaria busca reducir fricciones internas al mínimo para no entorpecer aún más la administración de las crisis.

Karina Milei y Santiago Caputo pactaron una tregua para no solaparse. El asesor eligió apartarse de aquellos temas donde no es indispensable, aunque conserva margen de acción en cuestiones que, por el momento, no despiertan el interés de la secretaria general. “Santiago se plegó a lo que ella diga. No le quedó otra, se entiende”, señaló un dirigente libertario con peso desde los primeros días.

Caputo dejó de participar activamente en los debates políticos del Congreso y redujo al mínimo su implicancia en el armado electoral. Ambas tareas quedaron bajo el control exclusivo de Karina Milei, acompañada por sus colaboradores Martín y Lule Menem. Ella diseña junto a Pilar Ramírez las listas de la Ciudad de Buenos Aires, y coordina con el titular de la Cámara de Diputados y su secretario las candidaturas en las provincias.

En Casa Rosada comentan que el asesor concentra sus esfuerzos en “cuestiones operativas”, un campo amplio dentro de la gestión que abarca desde sus habituales intervenciones en el Ministerio de Justicia, la Secretaría de Inteligencia (SIDE) y los procesos de privatización de empresas estatales, hasta la coordinación en otras áreas donde se requiera cierto peso político, aunque sin llegar a comprometer directamente al Presidente.

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Karina Milei junto a Sebastián Pareja, Romina Diez y Pilar Ramírez (X: @SPareja_)

“Trabaja a demanda, donde lo necesitan”, resumen en los pasillos de Balcarce 50. En términos prácticos: “No se mete donde no lo llaman”, apunta un asesor. Especialmente, remarcan en las Fuerzas del Cielo, “no gusta” que intervenga en cuestiones electorales. Aunque el armado de campañas es el campo en el que Santiago Caputo tiene mayor pericia, solo opina al respecto si se lo solicitan expresamente. En la estructura que lidera Caputo, donde destaca el rol de Daniel Parisini —conocido como “el Gordo Dan” en X—, el lugar en las listas será escaso o inexistente. “No lo pedimos, no lo queremos. Somos los guardianes del relato”, aclaran en ese núcleo, ansiosos por diferenciarse de La Cámpora.

Desde el grupo descartan de plano las versiones que sugieren una candidatura para Parisini. “No creo”. “No quiere”. “Sirve donde está”, insisten con firmeza los referentes. Estas especulaciones, admiten, generan cierto malestar. “Hay mucha intensidad, estamos cerca del cierre de listas (en CABA, el 29) y se realzan las miserias de todos”, comentan.

Caputo volvió a cumplir esta semana con su rol de “fixer a demanda”. Luego del revuelo por la protesta de los jubilados, fue él quien reunió a Patricia Bullrich junto a los responsables de la SIDE, Transporte y Justicia, con el objetivo de repensar el operativo y evitar errores similares en el futuro.

Por su parte, Guillermo Francos, quien formalmente ejerce como ministro coordinador, no tuvo ninguna participación en ese episodio. Tampoco interviene en las negociaciones judiciales, en particular las gestiones para avanzar con las designaciones de Ariel Lijo y García Mansilla —un terreno reservado exclusivamente a Caputo—, ni se involucra en el armado electoral ni en las conversaciones con el PRO. La función del jefe de Gabinete, en cambio, se centra en poner el rostro público del Gobierno en momentos críticos —en los últimos diez días multiplicó sus apariciones—, gestionar diálogos puntuales con los sindicatos —como sucedió tras el anuncio del paro nacional previsto para el 10 de abril— y actuar como nexo en situaciones delicadas: por ejemplo, en los cruces con Villarruel o, en su momento, con Mauricio Macri.

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La influencia de los Menem crece a medida que el escenario electoral gana protagonismo. Su peso dentro del Gobierno quedó expuesto por el respaldo interno que conservaron, incluso tras los desajustes registrados en las últimas dos sesiones de la Cámara de Diputados, donde el bloque libertario —que debería estar bajo su órbita— actuó sin control ni disciplina.

Luego de una semana marcada por la tensión cambiaria y la inquietud ante la posibilidad de nuevos errores en el operativo de seguridad durante la movilización del miércoles, Javier Milei aprovechó la reunión de Gabinete del viernes por la mañana para reforzar la cohesión de su equipo. Allí, el Presidente alentó a sus funcionarios, reiteró su respaldo a Patricia Bullrich y expresó explícitamente su apoyo al titular de la Cámara baja, Martín Menem, destacando la aprobación del DNU que contiene el acuerdo con el FMI.

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De acuerdo a lo que trascendió, en la reunión no hubo lugar para la autocrítica, sino que la atención se desvió hacia factores externos, señalando responsables fuera del propio Gobierno. Así, junto a sus funcionarios más cercanos, realizaron un “análisis” del tratamiento mediático sobre el operativo de seguridad desplegado durante la marcha del miércoles contra la administración. Desde la Casa Rosada aseguran que el repaso tuvo un tono crítico. “Por donde vieras, parecía que estaba todo mal, nos reímos un poco, intercambiamos sobre eso”, relató, sin demasiada preocupación, un alto funcionario.

Aunque no hubo un reconocimiento explícito de errores, la autocrítica quedó implícita en los ajustes que el Gobierno introdujo entre la primera y la segunda movilización de los jubilados. Después de los hechos, incluso expresaron su solidaridad con dos periodistas que resultaron heridos, a pesar de que, días antes, Patricia Bullrich había insinuado que el fotógrafo Pablo Grillo tenía cierta responsabilidad en la grave lesión que sufrió, señalando su ideología como un factor relevante.

 

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